El megaterremoto que azotó a Valdivia, y el posterior aumento de caudal del Lago Riñihue sumado a los derrumbes de laderas que generó la crecida y bloqueo del río San Pedro, es un hecho presente en la memoria colectiva de miles de personas en el territorio. La emergencia recordada como el Riñihuazo es historia viva de trabajo en equipo, esfuerzo y toma de decisiones para evitar una inundación y avalancha catastrófica.
Jorge Vera, de 92 años y vecino del sector Barrios Bajos, fue protagonista en el proceso de despeje del material para que así todo volviera a la normalidad. Al inicio en labores de terreno para luego hacerse cargo de la cocinería del lugar. Conversando con este valdiviano el municipio local conmemora una significativa fecha: 24 de julio de 1960.
“Recuerdo con claridad esa fecha que mantuvo a todos los vecinos que vivían en la ribera del río con bastante temor. Yo era trabajador en la empresa de electricidad nacional y fuimos enviados junto a cientos de otras personas a apoyar el despeje de tres tacos que se formaron causando alarma de grandes inundaciones. Fueron casi dos meses donde había que estar pendiente por todo el bloqueo”, señaló.
Vera -según sus recuerdos- fue parte de un grupo de trabajo que tenía que despejar y quitar troncos, árboles, escombros, para así levantar canales y ductos que sirvieran de guía para el futuro paso del río.
“La maquinaria no servía mucho en ese terreno así que todo el mundo con pala en mano ayudamos a despejar los derrumbes para que el río corriera. Fue algo sorprendente, donde todos pusieron mucho esfuerzo para evitar una nueva tragedia”, dijo.
El sobreviviente relató que el frío hizo que muchos de sus compañeros tuvieran enfermedades, dando pie para que tomara cartas en el asunto y pidiera a los jefes levantar un comedor o cocina con calefacción. “Me hice cargo de la cocina junto a otras 7 personas, la idea era buscar la forma de dar comida a todos quienes estaban metidos en el barro y frío por largas horas. Además, había que secar la ropa y tener algo calentito para recobrar fuerzas”.
Vera agregó que “estábamos todo el día, con frío y lluvia, teníamos una misión y ese era nuestro objetivo. El taco tres tenía como 50 o 60 metros de altura, siendo el trabajo hacer un ducto o canal para que el agua siguiera su camino y pudiera llegar hasta el río Calle Calle y finalmente al mar. A los dos meses ya vimos resultados. El 24 de julio de 1960 poco a poco las aguas comenzaron a avanzar con normalidad y eso evitó pérdidas humanas y materiales. Por eso nos dimos unos minutos y celebramos la vida. La naturaleza luego hizo todo su trabajo”.